La factura de la luz refleja los diferentes conceptos que un usuario debe pagar por el suministro de electricidad durante un periodo de facturación. Sin embargo, adoptando buenos hábitos diarios o incluso cambiando de compañía eléctrica, se puede reducir considerablemente el consumo de energía y así ahorre dinero. A continuación, te explicamos cómo ahorrar en tu factura de la luz y cómo entenderla.
Si sientes que no ahorras dinero con tu compañía de luz actual, puede ser el momento de mirar otras opciones, ya que tal vez haya otras comercializadoras con mayor oferta de tarifas que se adapten a tu consumo. Contratar la tarifa de luz que mejor se adapta a las necesidades y hábitos de consumo del cliente es una gran oportunidad para reducir el recibo de la luz y optimizar el consumo energético. Para ello, el usuario debe realizar una comparación previa de las distintas ofertas del mercado y apostar por aquella que ofrece un precio competitivo y mejores condiciones.
Entre las ventajas a buscar en la nueva compañía, debemos destacar:
- Buscar y contratar el precio del kWh más barato.
- Ajustar la potencia eléctrica a nuestras necesidades reales.
- Apostar por la tarifa con discriminación horaria si podemos organizar nuestro consumo en las franjas más económicas.
- Encontrar la compañía eléctrica con mejores condiciones (ej: servicios extras, que no tenga permanencia, etc.).
Reducir el consumo de energía para ahorrar en la factura de la luz
Otra de las opciones para ahorrar en la factura de la luz es reducir el consumo de energía.
Adoptar pequeños gestos cotidianos no solo significa participar en la reducción del consumo de energía sino también evitar los residuos y ahorrar electricidad:
- Utilizar bombillas LED.
- Comprar electrodomésticos de alta eficiencia y bajo consumo eléctrico (etiqueta A+ o superior).
- Programar el aire acondicionado o la calefacción una hora antes de llegar a casa, en lugar de intentar que la vivienda se enfríe o caliente de inmediato.
- Aprovechar de la luz solar y mantener la luz encendida únicamente cuando es necesario.
- Apagar los electrodomésticos que no se usan y evitar el modo “stand-by”.
- Mantener la temperatura de la nevera de entre 3 y 7 grados.
- No utilizar programas de lavado calientes en lavadoras o lavavajillas, sino programas cortos o eco y de agua fría.